miércoles, 30 de abril de 2014

Crítica de "El cenáculo de la sangre: Diarquía"

Ya ha transcurrido un tiempo desde mi crítica a "El cenáculo de la sangre", pero finalmente terminé de leer la segunda parte de esta novela de vampiros, y he aquí mi reseña.

El comienzo del segundo libro parte del final del primero, sin ningún intervalo de tiempo transcurrido entre uno y otro. Si bien es una continuación de su predecesor, el argumento, la trama y los escenarios otorgan un cambio radical respecto a aquél, centrándose más en las figuras vampíricas que en las humanas, más presentes en la primera novela.

Y hablando de personajes, aparecen algunos que no se mencionaban en "El cenáculo de la sangre", como Ivés. Es un vampiro del cual se sabe muy poco y faltan algunos cabos por unir, pero adquiere un papel bastante relevante en la historia. Otras figuras tampoco pasan desapercibidas, como el primer grupo de vampiros convertidos por el Cenáculo o Krev y Nielub, dos vampiros primigenios (pertenecientes a la casta de los primeros que habitaron la Tierra).
Algunos personajes, aunque ya hicieron acto de presencia anteriormente, es aquí donde desarrollan todo su potencial. Es el caso de Erus, que despliega todo su poder y demuestra una actitud mucho más sanguinaria y cruel, y tampoco podemos olvidarnos de un Corvus que nada tiene que ver con la primera parte. Corvus adquiere una fuerza descomunal, sobrehumana, que le resulta muy útil para afrontar junto a su compañera Ziris todas las adversidades que le vienen de frente.

Por el contrario, otros personajes disminuyen en importancia, como por ejemplo Gienah Gurab, que si bien continúa presente, sus actos no son tan decisivos. Personalmente me dio la impresión de que se ha mantenido en un segundo plano, al igual que Aither.

El escenario también dista mucho respecto del primer libro. El autor no se centra tanto en descripciones fidedignas a la realidad, sino que deja paso a la ficción, adentrándonos en el interior de la pirámide de Keops, en oscuros pasadizos secretos y cámaras desconocidas. A pesar de tratarse de una narración ficticia del lugar, da la impresión de podría ser perfectamente real (al fin y al cabo, ¿cuántas cosas desconocemos a día de hoy?). Aparte de las majestuosas pirámides de Egipto, también lleva de viaje a sus personajes a la espléndida ciudad de París y, obviamente, a Rumanía.

La trama transcurre con mucha fluidez, narrándose constantes escenas de intensa lucha con enemigos cada cual más peligroso y violento. Apenas transcurren momentos de calma, por lo cual califico esta segunda parte de "El cenáculo de la sangre" con un alto nivel de acción, compensándose con el lento transcurso de la historia en la primera parte. El nivel de las peleas, para mi gusto, están bastante adecuadas y proporcionadas al nivel de los adversarios, reflejando así unas batallas bastante aceptables.

Algo que cabe destacar de esta novela y que no ocurre en la anterior es que existen tres narradores diferentes. Esto le aporta una riqueza extra a la calidad de lo escrito, ya que es muy difícil coordinar una misma historia en distintas perspectivas sin que se den incoherencias temporales, y el autor ha sabido abordar con maestría ese posible contratiempo añadiendo un toque de misterio e intriga al lector.

Creo que hay motivos de sobra para recomendar esta obra espectacular del autor Jesús Paguillo, y no terminaría de escribir mi reseña, pero entonces os quitaría el misterio y el placer de descubrir por vosotros mismos por qué es una novela que merece tanto la pena leer. Espero que os haya gustado esta reseña y os animéis a devorar tanto el primer como el segundo libro.

*Lenore Lenoir*

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